20 de julio de 2017

Selección Terror - El Muerto Que No Murió

Carrados, Clark

Hace ciento noventa años, en 1784, un hombre llamado Arnold Rittringham fue ahorcado, acusado del asesinato de un convecino suyo, llamado Vince Corley.  Consiguientemente, Rittringham fue juzgado, sentenciado y condenado a morir en la horca. 

Los habitantes de East Valley lo encontraron muy natural.  Rittringham protestó siempre de su inocencia y aseguró que el asesino era otro, que también ambicionaba, no sólo la blanca mano de la viuda, sino sus extensas propiedades. Pero Milton Pearnell presentó a dos testigos, que juraron haber estado con él, tomando una jarra de cerveza, en la Taberna de las Tres Garzas, a la hora en que se había cometido el crimen.  

Rittringham, por contra, no pudo presentar ninguna coartada. Se sabía que había acosado a la señora Corley y que en más de una ocasión había manifestado su envidiosa admiración por las riquezas de su víctima. Además, encontraron su cuchillo de caza junto al cadáver de Corley. Fue más que suficiente para condenarlo a la horca. 

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